Caño Grande es un canal natural que solía ser la desembocadura original del Río Sinú hasta mediados de la década de 1930, cuando se desvió hacia una nueva boca en la Bahía de Cispatá, en el municipio vecino de San Antero. Tiene una longitud aproximada de 16 kilómetros, desde el punto donde se encuentra con el río hasta la Bahía de Cispatá.
Este lugar es hogar de una gran diversidad de aves, con un registro de 216 especies diferentes. Entre ellas, destaca el ave emblemática conocida como Agamia, Agami o garza colorada. La presencia de estas aves en el área demuestra la importancia del sitio como hábitat para la vida silvestre.
En el caño de Caño Grande se pueden apreciar diversos ecosistemas, siendo notable la presencia de tres ciénagas: Ostional, Navío y la Zona. Estas ciénagas están rodeadas de manglares y son controladas y vigiladas por los campesinos locales. La comunidad que habita en la zona, autodenominada "población anfibia", ha logrado adaptarse al ambiente de manera efectiva, construyendo un sistema hidráulico similar al utilizado por los Zenúes, que es capaz de autorregularse de forma natural y absorber grandes volúmenes de agua, lo que ayuda a mitigar las inundaciones.
Además de su importancia ecológica, Caño Grande también ha sido utilizado para actividades agrícolas. En las zonas bajas se siembra principalmente arroz, mientras que en las partes más altas se cultiva plátano. La comunidad local ha encontrado formas de aprovechar los recursos naturales de manera sostenible, demostrando una estrecha conexión con el ambiente.
Caño Grande forma parte del Distrito de Manejo Integrado de la Bahía de Cispatá (DMI), lo que lo convierte en un área protegida. Las poblaciones que viven en las orillas del caño llevan a cabo procesos comunitarios, como la implementación de patios productivos o agroecológicos. Estos patios consisten en la siembra de diversas variedades de plantas ornamentales, frutales, hortalizas y otros cultivos para consumo propio, promoviendo la autogestión y la seguridad alimentaria. Su diversidad de aves, sus ecosistemas de manglar y las actividades sostenibles que se realizan en la zona demuestran la conexión de la comunidad local con su entorno natural. Además, su inclusión en el Distrito de Manejo Integrado de la Bahía de Cispatá confirma su valor como área protegida y su contribución a la conservación de la biodiversidad.
