La Plaza del Pastelillo, situada en Lorica, es un lugar lleno de encanto y significado para la comunidad local. Su importancia radica tanto en su ubicación estratégica cerca del río Sinú como en su historia que remonta a tiempos pasados.
Desde su creación, la plaza ha sido un punto de encuentro y reunión para los habitantes de Lorica. Su nombre, "Pastelillo", se deriva de la antigua costumbre de vender pasteles y dulces en la zona, lo que le confiere un toque tradicional y gastronómico. A lo largo de los años, la plaza se ha convertido en un lugar permanente de encuentro, donde la comunidad se reúne para disfrutar de actividades culturales, eventos festivos y momentos de esparcimiento.
El mirador que se encuentra en la plaza es un punto destacado, ya que ofrece una vista panorámica del río Sinú. Este mirador evoca la época en la que Lorica era reconocida como un importante puerto fluvial, donde las embarcaciones atracaban y cargaban mercancías. Desde el mirador, los visitantes pueden apreciar la majestuosidad del río y disfrutar de la tranquilidad del entorno.
Además de su valor histórico y cultural, la Plaza del Pastelillo también cuenta con un espacio destinado al embarque directo. Este espacio permite a los visitantes tener acceso directo al río Sinú, ofreciendo la posibilidad de disfrutar de paseos en barco y explorar los alrededores fluviales. Esta conexión con el río refuerza el vínculo de Lorica con su entorno natural y resalta la importancia que el río ha tenido en el desarrollo y la identidad de la ciudad.
Es interesante mencionar que la Plaza del Pastelillo es más antigua que el edificio Afife Matuk, un edificio emblemático que se encuentra frente a la plaza. Esta plazoleta ha sido testigo de la evolución de Lorica a lo largo de los años y ha sido testigo de cambios históricos y transformaciones en la ciudad.
La Plaza del Pastelillo es un lugar cargado de historia, tradición y significado para la comunidad loriquera. Su ubicación junto al río Sinú, su mirador panorámico y su espacio de embarque directo le confieren un encanto especial. Es un sitio de encuentro, esparcimiento y conexión con la naturaleza, donde los visitantes pueden sumergirse en la riqueza cultural y la identidad de Lorica.